el álamo temblón


Chaparrón,
en ti tristeza da.
Hay que coger,
cargar,
las hojas amarillas
del álamo temblón;
y trasplantar,
a la pared
de nuestra habitación.

Ventanal,
gotea y te ve llegar.
Entre hojas de un libro,
van,
las del álamo temblón.
- Hay que encolar,
- ¿qué traes ahí?
- un árbol de interior.
Y señalar,
a la pared
de nuestra habitación.


¿No se ha parado nadie
a dudar si analizarlo,
este tan débil chirriar:
rotundo tartamudear del pájaro?
.
-Pero míralo, si ya no es como antes.
.
Cuántos claros rodeados
de posamarillas, sucias
y húmedas plumas de costado,
acabando gradualmente
en hollín de fogonazo,
negras puntas que de espejo
fieles sirven a su espacio,
y le privan y camuflan
de un rescate necesario.
.
-Y mira ésta, y ésta otra, y aquella.
.
-Déjalo ya, vamos a enterrarlo.
.
-Antes tíralo por el tobogán.
.
-No, prefiero columpiarlo.