"Papel tapiz de cuadrados naranjas y negros. Lámparas blancas de plástico grueso. Faldas de lunares negros sobre fondos rojos, por las rodillas. Los chicos con sueter pollington veis, blanco, verde y gris. Una ponchera repleta de mirinda y anís, de opaco cristal por los bajos relieves de flora que la visten. Todas las sillas de madera blanca y asiento de mimbre desterradas de la escena hacia las cuatro paredes, junto con sus hermanas modernas, las de tubo metálico y respaldo de un rojo anaranjado.
Sobre mis hombros, sus manos, cálidas y humedas que hacen empapar mi pollington, mi camisa blanca y mi camiseta interior abanderado en un huracanado torbellino de placentero sudor de nerviosismo avivado por los vientos de vainilla que de su pelo se deslizan cómplices y perspicaces hacia mi nariz.
Sobre su cindura, mis trémulas y sudorientas manos se apoyan en el comienzo de su falda de mates rombos rojos y fondo negro. Y ese prohibido hueso de la cadera que se amolda perfectamente a mis manos, y esa sonrisa enmarcada por un arco iris monocromo de roja diadema, a juego con la falda, sobre el brillante pelo de inmenso negro esculpido en una congelada y perfecta ola, y esas dos paletas que se dejan entrever entre ella, la sonrisa, y brillan como dos lunas bajo estrellas de pecas que dibujaban en su cara la noche más bonita que ví, y en mí cara el ocaso más grande de rubor. Quizá por todo ello, apareció esta canción. Rompimos aquel perfecto equilibrio de mímica, temblores y calor. Nos pusimos a botar moviendo los pies deorbitados. Cogió con su mano el charco de nervios que mi mano formaba, y dominados, en parte, por la mirinda con anís adolescentemente intolerada, nos "marmorizamos" en un primer beso. Notamos la petrea solidificación sanguínea que relentizaba nuestros corazones hasta la ardiente congelación desmesurada, sublimizandonos luego en un denso gas blanco que reptaba por el suelo de losa negra y áspera con vetas de pintitas de color oseo, del tamaño de pipas, intentando esquivar los meteoritos de pisadas de impolutos zapatos negros y bailarinas blancas. Emulgiendonos con el confeti multicolor desparramado."

http://www.youtube.com/watch?v=DrHf2JhoGBU
-Se hace de noche-

Diez mil tejados con torres
de un ambar rojo acompañan
al cielo gris de su mano
hacia el ocaso que aguarda.

La dueña se está haciendo,
la inmensa guadaña blanca,
de la tan honda y negra tierra
estelarmente sembrada.
Y brilla con su destello
sobre plantas planetarias,
y degolla las estrellas
sembrando sus caras blancas.
¡Oh guadaña! ¡Pobre noche!
Ama blanca y negra esclava,
noche sumisa que espera
al que en tierra la derrama,
salvándola en una sombra
muy lejos de su guadaña.

Diez mil tejados con torres
de un ambar rojo acompañan
al cielo gris de su mano
hacia el ocaso que aguarda.