-Venganza de la noche y la luna-

No bebas que te quemas,
no bebas de la savia que amanece
y te da sus canelas.

¡Qué no bebas!
De ella nunca bebas.
Es un desierto lleno
de petalos, veneno
de las abejas dulces que te trepan.
¡De ella nunca bebas!

¿Por qué no tienes fobia?,
si es ella la que tira de la luna,
haciendola más criminal,
haceindola asesina,
blanquísima homicida que te alumbra.

No dejes que te vea
solo en la judería
directo a encontrarte
con Lucía sin camisa,
no dejes que te vea
a mudas rastras de alevosía,
flecha de rojo azufre,
quemando sus marismas.
Y en la esquina muy fuerte
brama tu estalagmita,
que chorrea, inunda,
cueva ignota y pajiza.
No huyas por sus montes,
que aún así volverías.
¡No bebas de su gruta
de íntima vida fluida!
No dejes que te vea
la noche, con su vista
tan lunar y asesina.

¡No dejes que te vea
con su hija Lucía!

Son noche y luna padres
de ella, lucera, caprichosa y altiva,
si te has arrepentido,
sal de la judería.
Huye pronto y no vuelvas,
harás que te persigan.

-Y bebiste tú, débil
títere de caricias,
bebiste y gritas desnudo:
¡No quiero nochería!,
dijo la noche blanca
a la pobre criatura,
bajo su fina red
de estrellas hizo el crimen de justicia.


(Melocotón en almibar)


Bicolor, miedoso a las conservas
de sarcófagos oscuros y dulces,
donde en vida mueres ansiando luces
de un blanco y llano mar de porcelanas.
Semiesférica medusa. Resbalas.
Temblorosa a la orqueta -mas de bruces...-
¡Asesinada, empalada naranja!
Que un día tuvo vello, y era roja y paja.
-Desamor Platónico-
-
Es mi carbonera espalda
una muy larga cadena
de acero rojo henchido
con las espinas que fueran
la vieja puerta de roble
con la manecilla nueva.
Llevo ensombrecido un reloj
con la carcasa azucena,
si son tres finas agujas,
este ya tiene cuarenta.
Porto un hermoso hondo yunke
que con placer a mis vértebras,
me empuja la frente abajo,
a la verísima tierra.
Polvo y arena mis horifícios,
acabo de darme cuenta,
el rojo se desangró,
sin vida cayó en la hierba.
¿Cómo pude pensar que la
niebla en su carne se hiciera,
y besara dulcemente
hacia mi semilla abierta?
Tras tanto, al fin me yergo,
sin femenina correa,
que sin tocarme me ata
al humo blanco de una idea.