II

Siento miedo al reencontrarme con lo que un día pudo ser algo fuera de lo normal, me gusta experimentar sensaciones nuevas tras la correcta aducción de mi cerebro, me adormilo ante la presencia de alguien encaramado sobre un árbol de metal, me eriza la presencia de quienes lo dan todo por eludirse de la soledad o el aburrimiento, no me gusta el a través del cristal, ni lo que le precede sino lo que está dentro del mismo, me abandono al pensar que es demasiado, sin embargo, pienso demasiado que abandono, y eso me activa, como en este momento, un clásico en mi vida, un renacer en una madrugada nublada, sentado, como cada noche, en mi silla desmontable granate y movediza. Ahora mismo soy una ingrávida moviola suspendida en la inmensidad de este folio, proyectando una segunda parte. Y me toca hacerlo solo.

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