(No me mires con los ojos de atlántico)

No me mires con los ojos de atlántico.
Qué rizos tienes rojos y encandilan,
y no me los des a ver, no, que abrigan
a mi cuerpo de polvo, arenal del ártico.

Tú vete, vete, zarpa, que yo estático
donde haya sal, mis peces la ansían.
Salero soy de la que a ti te destilan.
La cumbre de ti en mí: nevado y práctico

No hay hombre más solo, sólo su llanto,
llanto de cristal sobre gotas de huellas,
saladas de miel, de un mar, miran lo alto.

Arriba: enorme panal, filtro de ellas,
filtro de sal, final de mi parto,
y salgo a tu espacio lleno de estrellas.

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