Remolinos verticales de gigantescas tensiones de un alto voltaje capaz de levantar el bello de mis brazos e incluso poner en pie un mismo rio, eso es lo que siento cuando estás cerca de mí. Cierro los ojos fuertemente, e incluso mis oidos con un titánico esfuerzo mental, nada de tí ha de importarseme. Soy autárquico. Me basta con arrodillarme y besar tu pie del verbo "sentir", del verbo "oler". Son píldoras con las dosis necesarias para tratar mi gozosa e interna pandemia de ti. De lo contrario, si te mirara, si te oyera, empezaría a notar en mis oidos y ojos la sensación de estar acostado en el fondo de una piscina mirando el final de la supercie, vería, llenos de impresión, cual cuadro de Van gogh, el sol, mis pies y mis manos. Lloraría, y no me daría ni cuenta al existir bajo el agua quebradiza. La sal de mis lágrimas se fundiría escociendo con tu estampa divina y dulce, de cloro y cal.
Se anegarían con tu agua las cavernas de mis oidos, borrando de la historia todas mis pinturas primitivas, se irán de mí, de mi vida, seré un charco, un carco de agua sobre el agua que eres, donde levita una luz marchitada.
Huracán
Hace 6 años